viernes, 24 de febrero de 2012

Cuéntame un cuento y verás qué contento

Érase una vez... un papá y una mamá que cada noche leían un cuento a sus hij@s.
Eran cuentos que no tenían efectos especiales, ni eran en tres dimensiones ni se veían en una pantalla. Sólo la luz medio apagada, un cómodo rincón en la cama y una voz eran suficientes para que l@s niñ@s se dejaran llevar hasta mundos fantásticos mientras se imaginaban seres entrañabales viviendo bajo su cama. Sentían que sus narradores también se alejaban de preocupaciones y de órdenes para dedicarles un tiempo especial en el que, sin ninguno darse cuenta, se establecía un puente maravilloso de complicidad entre ell@s.

Esta sencilla actividad no sólo conseguía que l@s niñ@s se relajaran, conciliaran el sueño y descansaran mejor, sino que estimulaba su lenguaje, su memoria y sus ganas de expresarse. Además, la comunicación oral lograba un mayor desarrollo intelectual de l@s pequeñ@s oyentes, puesto que despertaba su curiosidad, ampliaba su capacidad de atención y comprensión, y así iban entendiendo progresivamente las cosas con mayor rapidez. Es más, escuchar cuentos hacía a est@s chic@s más reflexiv@s, puesto que casi todos los relatos escondían un mensaje o moraleja sobre la forma en que debían comportarse o sobre la distinción entre el bien y el mal.


Cuando atendían a lo que sus padres contaban, l@s peques se ponían en el lugar del personaje e identificaban sus temores, sueños y logros como los suyos propios. De esta forma, al conocer qué iba ocurriendo a lo largo de la historia, adquirían argumentos para afrontar sus propios miedos y problemas. Y se volvían más sensibles y empáticos ante las emociones de l@s demás y las situaciones del mundo real.

Cada noche aprendían palabras nuevas y así iban llenando una mochila enorme de vocabulario. Los padres sabían que esto les ayudaría en el futuro a leer mejor y se esforzaban por mantener esa especie de rito nocturno con ell@s. Aunque no se sentían l@s mejores contadores de historias del lugar, les bastaba con que sus hij@s pidieran con ganas ese momento para saber que la afectividad entre ell@s se iba fortalenciendo.

Disfrutaban así de un momento especial para tod@s, aunque, al ir creciendo, en sus diminutos corazones también se iban haciendo hueco unos nuevos inquilinos: los libros. Como si de un efecto mágico se tratara, cuanto más leían los padres a sus hij@s, más aumentaba el amor de ell@s hacia estos objetos. Las historias oídas de boca de su mamá y su papá les despertaban un interés por saber más y conocer otras aventuras diferentes.

Poco a poco, l@s niñ@s crecieron y ya no había sitio para dos en su pequeña cama, por lo que el rito de l@s cuentacuentos dio paso a un hábito de lectura propio que los jóvenes nunca perdieron.
Un buen día, siendo ya adultos, l@s protagonistas de este cuento estaban leyendo un blog cuando recordaron el influjo que las voces de sus padres ejercía sobre aquellas criaturas de 5 años, quienes disfrutaban como nunca más en su vida de esos ratos escuchando cuentos.

Esa misma noche una voz se alzó fuerte sobre monstruos tridimensionales y videojuegos centellantes para arropar con imaginación y aprendizaje a dos pequeñ@s acurrucados en un edredón, mientras en algún lugar, generaciones antiguas se sentían felices y comían regalices.

Hagamos que este post no sea algo del pasado y sigamos contando cuentos a nuestr@s niñ@s, ya habéis visto todo lo bueno que os puede reportar. Intentad hacerlo vosotr@s como padres, tí@s, prim@s, amig@s, abuel@s... aunque también acudáis a personas profesionales en el arte del relato oral, los cuentacuentos.
¿Os gusta contar cuentos? ¿Soléis hacerlo habitualmente? ¿Cuál es el cuento favorito de vuestros chiquit@s? ¿Y el vuestro?

Para ayudaros a encontrar inspiración sobre qué cuentos elegir, os recomendamos esta web en la que podéis disponer de cientos de cuentos firmados por el escritor Pedro Pablo Sacristán. Este espacio surgió con la idea de fomentar el poder educativo de los cuentos y su influencia en la transmisión valores a nuestr@s niñ@s.

Y para l@s más modern@s, también tenemos un relato audiovisual; un corto para niñ@s y mayores inspirado en el huracán Katrina, Buster Keaton, El Mago de Oz y el amor por los libros. The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore es una conmovedora y humorística alegoría sobre los poderes curativos de una historia, y uno de los cinco cortometrajes nominados a los Oscar.



PD: Esta entrada es nuestro particular homenaje a los grandes maestros de la creatividad y el cuento, los hermanos Grimm, en el día en que se cumplen 200 años de la publicación de su primer libro de cuentos, convertido a día de hoy en un referente cultural de primer orden. Esa edición contenía éxitos universales como Blancanieves, La Cenicienta, Hänsel y Gretel, La Bella Durmiente, o Juan sin miedo.

domingo, 19 de febrero de 2012

Vuestro tiempo es el mejor regalo

Hoy hace un mes que este Blog comenzó su andadura en el hiperpoblado universo web, a la vez, seguramente, que lo hacían otros seres como él, ya que si hay un espacio donde la ‘natalidad’ no para de aumentar es en Internet.

Hoy hace 4 semanas desde que les emmés, sus mamás, ‘diéramos a luz’ en un ‘parto’ rápido e indoloro aunque con algún contratiempo de última hora, al que podríamos considerar nuestro pequeño ‘bebé 2.0’.

31 días desde que lo tuvimos ahí delante y tras comprobar que estaba sano, lo presentamos a los más allegados con la esperanza de que estos dieran a conocer la buena noticia a otros amigos y así convertirlo en una ‘criatura’ querida y observada por muchos. Porque sí, lo confesamos, queremos que nuestro bebé-blog se convierta en famoso.

744 horas en las que nos hemos maravillado ante su aumento de tamaño -gracias a que lo alimentamos con nuevas entradas casi todos los días-, ante sus pequeños cambios y mejoras imperceptibles para otros pero muy deseadas por nosotras, ante su capacidad para emocionarnos por cómo va haciéndose grande y por lo que dicen de él nuestr@s amig@s.

44.640 minutos en los que ya hemos encontrado momentos para pensar que antes de que nos demos cuenta, habrá generado su propio espacio independiente que apenas necesitará de nuestra interacción para sobrevivir; se valdrá por sí solo, se refugiará en sus amig@s en Facebook y se buscará un enlace permanente con el que seguir generando vida digital en la red.

4 semanas, 31 días, 744 horas, 44.640 minutos... 
¿es mucho o poco tiempo? 


Hablando del cuidado y la educación de l@s niñ@s -reales- resulta de vital importancia medir cuánto invertimos en ell@s, pero tan básico como la cantidad es la calidad.

Resulta obvio que la coyuntura actual nos deja poco tiempo libre para dedicarlo a lo que realmente nos gustaría. Las responsabilidades nos obligan muchas veces a hacer malabares con los minutos y las horas y salen perdiendo quienes más nos necesitan. Y también pasa que cuando por fin encontramos el hueco, sentimos que no lo hemos aprovechado adecuadamente. Por eso, much@s expert@s defienden la necesidad de que l@s padres y madres pasen tiempo con sus hij@s diariamente, y además lo hagan con calidad, en el sentido de que l@s menores se vean atendid@s plenamente y se sientan protagonistas de esa ocasión en la que dejamos de lado nuestras necesidades y obligaciones para volcarnos en las suyas.

Pero tampoco debemos confundirnos e identificar ese intervalo como perdido porque nos dedicamos a hacer piruetas con ell@s o a fingir ser un monstruo y dejarnos la espalda persiguiéndoles. Aparte de jugar, estar con ell@s también puede significar enseñarles algo sencillo -como atarse los cordones de los zapatos-, o intentar inculcarles valores, o leer y comentar con ell@s un cuento, o simplemente charlar sobre qué están aprendiendo en la escuela infantil o en el cole. En nuestro tiempo con l@s hijos debemos ayudarles a hablar y resolver sus problemas, que para ell@s no son ninguna tontería. Y sobre todo procurar que esa inversión se produzca diariamente. Por mínima que sea.

Bien es cierto que no es fácil cumplir estas recomendaciones: muchas veces nos desesperamos con su impaciencia. Ell@s lo quieren todo y ahora, ¡ya! No tienen conciencia del paso del tiempo y del concepto de esperar o de dejarlo para más tarde, ya que lo van adquiriendo con las rutinas y hábitos que nosotr@s les marcamos.
Aunque por nuestra parte sentimos que el tiempo se va acelerando al ir creciendo y que esa época maravillosa de la infancia pasa muy, muy deprisa, a ell@s les parece lo contrario: están deseando crecer y hacerse mayores; admiran a sus herman@s o prim@s más grandes y quieren comportarse y hacer lo que ell@s, cuando muchas veces su propio tamaño o capacidades se lo impiden. Fijáos si no en la paradoja que existe entre el orgullo de exhibir tres deditos de tu mano para indicar que ya eres ‘mayor’ y la angustia que supone para muchos adultos sumar un año más en el DNI.

Y es que, nuestros bebés todavía no lo saben, pero el tiempo se va y no vuelve, y esos momentos con ell@s son lo más valioso que podemos regalarles.

¡Feliz cumplemés para el Blog de les emmés! (¡Y nos ha salido un pareado sin haberlo preparado!) :-)

martes, 14 de febrero de 2012

Celebra el día del amor

Fecha consumista, festividad empalagosa, tradición exagerada, cita obligada para parejas, día idóneo para gastar, exaltación de los regalos cursis... ya sabéis de qué hablamos, ¿no? No hace falta mirar al calendario para descubirlo, porque tanto la publicidad, como los medios, los blogs, la sociedad en general, se encarga desde hace unos días de encender carteles luminosos señalando este 14 de febrero, San Valentín, Día de los Enamorados.

Nuestra intención no es boicotear esta fecha, sino revestirla de otro sentido. Pensamos que en lugar de ser el día de las parejas podemos ampliarlo hasta llegar a hacerla universal y conventirla en un día para el amor. El amor en todas sus formas y manifestaciones: entre dos personas o entre cien, entre los amantes, las parejas, las cuadrillas;entre unos padres y sus hij@s, amor de hermanos, de parientes lejanos; de amigos, de más que amigos; el aprecio a los compañeros, el amor a los animales o a la naturaleza, la pasión por un sueño, el quererse a uno mismo y amar la vida, en definitiva.

Simplemente nos apetece celebrar que creemos en el amor y por eso os sugerimos algunas pequeñas ideas para regalar o regalaros, como una forma de festejar que nos acordamos de alguien, sea quien sea ese alguien. Quizá encontréis un momentito para elaborarlas, son muy sencillas y muy vistosas, un bonito detalle que seguro hará ilusión. Avisamos de que todas las sugerencias están teñidas de cierto tono algo pasteloso, pero es inevitable que este día no tenga un dulce sabor.

¡Ojalá os gusten!
                          Si hacéis muchos de estos....
 

Podéis llegar a componer esto:
 
O esto:
(Fuente: Baballa

Otra idea facilita que podéis plantar en un post-it solo con un par de dedos y alegrar la mañana a vuestros seres queridos:
 
(Fuente: Oh Happy Day!)

Este otro detalle es de muy fácil elaboración. Este es el resultado final, pero os explican todos los pasos aquí: ¿Os animáis a intentarlo?
 

 Y por último, una imagen con dedicatoria especial para los periodistas:
(Fuente: e-cuaderno)


lunes, 13 de febrero de 2012

Crecer es el trabajo

Una de las grandes preocupaciones existenciales de todo adulto al tener un hijo o una hija es la incertidumbre sobre su futuro y el pensar en cómo será cuando crezca y se convierta en una persona independiente. Qué vida llevará, si encontrará la felicidad, si será una buena persona o a qué se dedicará.
Por eso, una de las preguntas más recurrentes que padres y madres -y familiares  conocid@s- realizan a sus pequeñ@s es: “¿Qué quieres ser de mayor?".

Normalmente, cuando tienen 3 o 4 años no comprenden del todo en qué consiste la mayoría de los oficios, por lo que sus respuestas resultarán sorprendentes e incluso disparatadas, ya que están encaminadas a lo que más les llama la atención. Por ejemplo, particularmente he oído cosas como mago, alto, rico, científico, gigante, trapecista, rey, basurero o detective. También es habitual que contesten con las profesiones más típicas, como médico, profesora, peluquera, futbolista, bombero o piloto.


La explicación a estas últimas respuestas podemos encontrarla en la percepción que ell@s tienen de dichas vocaciones, y al hecho de que durante la infancia solemos sentir inclinación hacia actividades que son muy valoradas por los demás. Así, los futbolistas son vistos como figuras admiradas, mientras que los oficios relacionados con la enseñanza están conectados con la benevolencia y la ayuda al prójimo.

Cuando l@s niñ@s creen tener una idea acerca de las profesiones, suelen jugar a ejercerlas, y seguramente ya habréis visto representar en casa escenas de “tiendas”, en las que un par de crí@s están comprando y vendiendo productos varios, o a una esmerada profesora enseña la lección a su colección de peluches o al mayor dice que está conduciendo un autobús -que acaba volando y todo-. Es lo que los psicólogos llaman el juego simbólico, en el que la fantasía y la imitación confluyen de una forma natural y lúdica, impulsadas por el desconocimiento acerca de cómo funcionan en realidad las cosas. Ell@s las representan según su visión, normalmente sacada de lo que tienen más cerca.

Ante este momento, nuestra aportación como padres o adultos en general debe ayudarles a aclarar en qué consisten los trabajos. Para ello podemos aprovechar las situaciones cotidianas, como la visita al médico, al dentista, una reparación en casa, una situación en sus dibujos preferidos o en algún cuento, o lo que puede ser aún más fácil, esforzarnos por hacerles entender cuál es nuestro empleo o a qué nos dedicamos. Esta parte resulta delicada, puesto que también es básico mantener su parcela particular con sus propias aspiraciones y no caer en la tentación de volcar nuestros sueños frustrados sobre ell@s cuando vaya llegando el momento de decidir sobre su futuro.

Además, un aspecto primordial en el que centrarnos es en evitar transmitirles prejuicios sobre cualquier profesión y, en cambio, explicarles que todos los oficios son dignos y útiles para la sociedad. De hecho, todo este proceso de descubrir su vocación forma parte del aprendizaje social, en el sentido de que observan e interpretan cómo funciona el mundo, y así, pueden verse influidos por según qué modelos o tópicos.
En este sentido, hemos querido rescatar un vídeo de hace un año, perteneciente a la campaña por la Educación emprendida por el Gobierno de Navarra. Nos gustaría que lo viérais y nos diérais vuestra opinión, ya que en su día se desató una agria polémica, al ser considerado un anuncio sexista.

¿Qué os parece a vosotr@s? ¿Es desacertado el tono que emplea? ¿Creéis que echa por tierra los esfuerzos en pos de la igualdad de género? ¿O las críticas son exageradas?

Además de abrir este debate, no nos gustaría olvidarnos de nuestra siempre intención más amable, y también podéis comentar alguna ocurrencia de vuestr@s pequeñ@s respecto a qué quieren cuando sean mayores o qué trabajo les gustaría tener. Seguro que os han hecho reir con sus respuestas. ¡Animaos a compartirlas con tod@s nosotr@s!

jueves, 9 de febrero de 2012

El lado bueno de la rutina

Hace pocos días, a cuento de la celebración del Día de la Marmota, todo el mundo hacía mención a 'Atrapado en el tiempo', película que convirtió en mundialmente conocida a esta costumbre. Si la habéis visto, seguro que alguna vez habéis notado, como le sucede al protagonista, la angustiosa sensación de que todos los días son iguales: nos parece que siempre hacemos lo mismo; entre semana el trabajo nos resulta aburrido y los fines de semana se hacen monótonos; nos vemos sin tiempo ni posibilidades de variar en nuestro ocio; el aburrimiento se convierte en compañero incómodo de fatigas... y así un largo y repetitivo etcétera.

En definitiva, cuántas veces hemos llegado a odiar esa rutina que de vez en cuando consume nuestro ánimo. Sin embargo, todo eso lo hemos pensado desde el punto de vista adulto, y en este post, queremos hacer hincapié en la importancia que tiene la rutina desde la perspectiva de un niño, y en lo beneficioso que resulta establecerla en su vida.

La rutina permite a l@s niñ@s sentir una seguridad, porque otorga orden y sentido a las cosas y aunque nos parezca extraño, ell@s necesitan anticipar qué va a suceder en su vida. Desde los primeros meses es aconsejable que los padres y madres intenten instaurar una serie de patrones más o menos fijos para actividades como la comida o el descanso, porque esto facilitará que los bebés se acostumbren a ellos.

Cuando un niño adquiere consciente o inconscientemente unos hábitos, en cierta manera sabe qué es lo que va a pasar a continuación, y esa anticipación se traduce en comodidad y tranquilidad en torno a su mundo. De esta forma sentamos en nuestr@s pequeñ@s una base de autoestima, ya que no necesitan aprender continuamente esas mismas cosas, sino que acabarán por automatizarlas y eso les permitirá concentrar esfuerzos en seguir adquiriendo conocimientos nuevos.


Asimismo, todas esas costumbres que les vamos inculcando desde bien pequeñ@s, a la larga se reflejarán en su vida adulta, en el sentido de que habrán interiorizado una serie de prácticas sociales y de comportamiento.
Por ejemplo, la hora de comer y de dormir son dos momentos clave para ell@s -y nosotr@s- desde su nacimiento, y resulta necesario repetir unos hábitos e introducir ciertos límites. Para el tiempo del descanso os aconsejamos crear una especie de ritual previo para que el niño vaya identificando ese momento con el del sueño. Y en las horas de la comida podemos crear rutinas para estrechar lazos entre progenitor e hij@, puesto que se trata de una actividad en la que amb@s participamos e idónea para reforzar nuestra relación con el pequeño.
Esto son sólo unas mínimas recomendaciones, pero en próximas entradas del blog abordaremos estos dos momentos más detalladamente.

Al fin y al cabo, llevar una vida más o menos ordenada, tanto si somos niñ@s como si no, repercute en nuestro beneficio psicológico e incluso físico. Sin embargo, tan básico como el orden resulta la felixibilidad y desde aquí no podemos olvidarnos de lanzar la advertencia de no caer en la rigidez.

Estas rutinas son fáciles de fijar durante los dos primeros años de vida de nuestros retoños, por lo que es recomendable invertir nuestro tiempo en asentarlas: saldremos ganando en todos los sentidos. De hecho, con el paso del tiempo nos costará más esfuerzo, pero en todo caso intentaremos compartir esos hábitos con ellos e ir amoldándonos a los cambios que se puedan ir produciendo. Porque sí, afortunadamente, criar a un hijo no es como el Día de la Marmota, y cambios hay y muchos. Seguro que esa película sí que la habéis visto :)

lunes, 6 de febrero de 2012

Ilusión, el alimento para el alma de un niño

A tod@s nos hace felices recibir un regalo. Lo abrimos con sumo cuidado o rompiendo el papel a la desesperada, descubrimos una sorpresa o justo la petición exacta, y sobre todo, vemos cumplida una necesidad práctica o un deseo anhelado durante largo tiempo. Sin embargo, obsequiar a los adultos no tiene nada que ver con dar un regalo a un niño.



Su inocencia innata hace que un pequeño gesto se convierta en una explosión de fuegos artificales  y, sin duda, son únicos transmitiendo las emociones que sienten. Parece que los mayores, con el paso del tiempo nos desprendemos de esa capa de candidez y nos volvemos demasiado calculadores, inmutables, duros e incluso inexpresivos. Claro que esto es inevitable y lógico que pase cuando vamos creciendo y abriendo los ojos ante la seriedad y la responsabilidad que conlleva la vida.

Pero lo cierto es que, como dice Mariano Oto, "Al final nada es para tanto" y coger de la mano a un niño es volver a ponerse unas gafas con cristales de aumento. Aumento del entusiasmo, la esperanza y porqué no, la felicidad. Ell@s desprenden una admiración por lo cotidiano de la que deberíamos aprender -ya lo recomiendan los dogmas de la autoayuda, “la felicidad está en las cosas pequeñas y simples de la vida”-. Un árbol, un papel arrugado, un dibujo, el arcoiris, un puñado de arena, o tres florecillas significan algo grandioso para quien lo mira con los ojos de la fantasía. Y nosotr@s como padres y madres, debemos preservar esa manera de percibir y cuidar de que esas gafas no se rompan antes de tiempo.

Es decir, una de las labores más delicadas para los adultos consiste en mantener la emoción intacta en nuestr@s pequeñ@s, en el sentido de permitirles crecer a su ritmo, sin forzarles a dejar de ser niñ@s por deteminadas exigencias. Alimentar esa ilusión no significa tampoco maquillar la realidad, mentirles, esconderles de circunstancias algo más dificultosas ni transportarles a un mundo imaginario que les aleje de la vida real.

Nos referimos a fomentar esa inocencia de una forma sana y constructiva, dejando que su espíritu infantil también nos toque a nosotr@s. Podemos darles nuestro tiempo para que nos cuenten su última invención, animarles a usar su imaginación con la lectura de cuentos, compartir con ellos universos de ensueño en el cine o el teatro, jugar y participar de sus descubrimientos diarios y sobre todo, dejarles libres para sacar el máximo partido a su creatividad.

Tenemos claro que no queremos eternizar a nuestr@s peques en la piel de Peter Pan, sino conseguir que disfruten al máximo su estancia en el País de Nuncajamás, ya que una vez que se marchen de allí, el camino de vuelta no es fácil de recorrer. Así como a nosotr@s nos persiguen nuestras metas en la vida adulta, los mayores a veces intoxicamos a nuestros pequeños tesoros con nuestras ganas de que crezcan y vean el mundo en su realidad.

Una amiga educadora infantil siempre dice que la mejor parte de trabajar con niñ@s es todo el cariño que recibe a diario; yo le doy la razón, y también añado que tener a su alcance esas ‘gafas de visión diminuta’ es el mejor regalo para un adulto.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Consejos para sobrellevar las rabietas de los niños

Seguro que más de una vez os habéis planteado si a quien tenéis en casa es en realidad la reencarnación en miniatura del Doctor Jekyll y Mr. Hyde. Decimos esto porque tod@s hemos pasado situaciones en las que sólo podemos decir: “¿Cómo es posible que de esta criatura tan dulce salga tanto genio?". 
Nos referimos, claro está, a las rabietas de los niños, esos momentos en los que los angelitos gritan, patalean, golpean, lloran y hasta sueltan por la boca palabras más propias de un camionero que de un renacuajo, y ante los que los adultos sólo atinamos a intentar mantener la compostura con cara de ‘tierra trágame’ o incluso a perder los nervios si la situación pasa del apuro al bochorno o tiene lugar en un espacio público.

Hay que ser conscientes de que se trata de un comportamiento normal en niñ@s de dos a cuatro años, que toman esta actitud cuando se sienten cansados, frustrados, molestos, no les proporcionamos lo que quieren o simplemente intentan demandar nuestra atención. Y lo hacen así porque todavía no son capaces de canalizar su enojo de otra manera ni de expresarse o comunicarse de forma verbal. Pero nosotros sí sabemos que de esa forma no van a obtener ni conseguir nada, y ese debe ser nuestro principal objetivo en el momento de dialogar con ellos: demostrarles que ese no es el camino y que no vamos a ceder ante su actitud. Así, fijamos la idea de que no vamos a darles lo que piden en ese momento ni cuando vuelvan a usar esa estrategia.

Además, psicólog@s, educador@s, y pedagog@s tienen claro que existen técnicas para superar esos berrinches. En primer lugar y como en casi todo en la vida, la anticipación es clave. Nosotros somos quienes mejor conocemos a nuestr@s hij@s y, por tanto, podemos detectar síntomas y atajarlos para evitar que se desencadene una rabieta. Por ejemplo, si les notamos cansados o sabemos que pueden reaccionar negativamente ante según qué situaciones o entornos, lo mejor será dejarles descansar un rato o intentar razonar con ellos previamente.

Este matiz del previamente es muy importante, puesto que es evidente que las palabras no surten efecto una vez que el niño está enrabietado y no escucha nada de lo que le decimos. Sin embargo, sí que hablar con él o ella tras la tormenta es conveniente, con el fin de explicarle que ese no es el mejor comportamiento y que la pateleta no es una buena respuesta para expresar su enfado.


Además, la gran pregunta de muchos padres se refiere a qué hacer cuando se encuentran con su pequeño preso de un berrinche. La respuesta es nada. Ignorar al niño durante su ‘espectáculo’ servirá para que se dé cuenta de que no éste tendrá ningún efecto. Podemos salir de la habitación o darle la espalda, pero siempre diciéndole antes que cuando se calme, volveremos. Así lograremos minimizar esa rabia.

Junto a todas estas instrucciones podemos añadir cuatro prácticos consejos fácilmente recordables y que os ayudarán a controlar reacciones difíciles de vuestros peques. Seguro que os resultan familiares:

1. Ante una rabieta, ambos progenitores deben responder por igual. Si uno cede, las estrategias no resultarán efectivas.

2.Es preciso mantener la calma y no enfadarse y gritar. De ese modo, solo conseguimos que el niño vea que los padres emulan su actitud.

3. Disculparse con las personas a quienes el niño molesta con su rabieta y hacer todo lo posible para que estas molestias se minimicen.

4. Reforzar las actitudes positivas y premiar con gestos de cariño y reconocimiento cuando el niño evite por sí solo las rabietas y actúe de forma adecuada ante una frustración.

¡Esperamos haber podido ayudaros!

*Información obtenida gracias a la web Eroski Consumer: